“Somos Campeones” es de esas películas que desde el comienzo uno ya sabe cómo se va a desarrollar, porque si bien la trama es algo original, sigue una fórmula preestablecida que vimos en infinidad de películas. Es de aquellas cintas que empiezan con un protagonista que no quiere hacer una tarea en particular ni relacionarse con ciertas personas y que poco a poco ese vínculo va creciendo y cada uno va aprendiendo del otro. Es de esos largometrajes deportivos de superación personal y colectiva.
Pero particularmente en este film no influye tanto que uno sepa de antemano cómo se va a desenvolver la trama, porque acá lo más rico son los personajes y el guion que se eleva de esa fórmula para presentar momentos efectivos que harán reír al espectador en varios pasajes de la historia. En primera instancia, tenemos personajes con reales discapacidades intelectuales, generando esa misma inclusión propuesta en la cinta. La película está hecha para divertir al público y lo logra con creces, porque nunca se sabe con qué va a salir cada uno de los personajes. Se ríen de los demás, pero por sobre todo de ellos mismos. Pero además del entretenimiento, “Somos Campeones” también consigue conmover, porque nos encontramos con historias de superación, donde queda demostrado que no hay límites o que muchas veces nosotros mismos nos imponemos ciertos obstáculos. Asimismo, los protagonistas nos enseñan sobre la amistad, lo verdaderamente importante en la vida y a quitarle peso a ciertas frustraciones o pérdidas que podemos ver como tales si no miramos el vaso medio lleno, para aprender a disfrutar.
Tal vez algunas sub-tramas más personales no están tan abordadas o se las trata de una forma un poco forzada, pero igualmente el resultado final es muy fructífero.
Somos campeones pone con astucia el acento en el entrenador y sus problemas para relacionarse, no sólo con los chicos que entrena sino con todo su entorno. Como si la película formulara la pregunta ¿quién tiene en realidad la discapacidad? De esta manera el film no busca que nos reflejemos en los chicos, sino en el entrenador.
Más allá de las risas, el mensaje de amor, respeto e inclusión que deja Somos campeones es digno de compartirse.