Txt:Luis Ángel Grace
Fotografías: Lili Estrada
La multifacética artista Natalia Lafourcade nos hizo vivir un encuentro muy emotivo en el marco de su gira De todas las flores, con un concierto repleto de melodías de amor, tristeza y esperanza, que dejó grandes lecciones de sanación. Si te lo perdiste, ¡checa a continuación cómo estuvo!
La cita fue este 7 de noviembre en el Auditorio Nacional, el foro ideal por su audio tan nítido y que permite escuchar todas las texturas del sonido envolvente de Natalia y su guitarra. El sold out de esta presentación se anunció unas semanas antes, dejando ver que cada asiento fue ocupado por un fan de la cantante.
En punto de las 20:40 horas y antes de empezar el recital, la enorme pantalla del fondo del recinto proyectó algunas imágenes de personas, abuelitos y niños mientras se escuchaba el poema de María Sabina:
«Cúrate mijita, con los besos que te da el viento y los abrazos de la lluvia. Hazte fuerte con los pies descalzos en la tierra y con todo lo que de ella nace…»
Entonces las luces cedieron y Natalia salió con un vestido largo que parecía una raíz de árbol, creciendo del escenario hacía su propia persona, como si fuera un tronco con vida y fuerza. Tomó su guitarra para interpretar «Vine solita», «De todas las flores» y «Pasan los días», lentas, rítmicas, y con letras muy profundas. «El lugar correcto» y «María la curandera» llegaron con sus mensajes de sanación y liberación para que una a una fueran despejando cualquier malestar que los presentes pudieran traer consigo. O al menos si se prestaba la atención suficiente para escuchar atentamente.
Antes de interpretar «Pajarito Colibrí» comentó: «está canción va con una especial dedicación a todos los niños y niñas que están sufriendo en el mundo, que encuentren paz y libertad».
La vida no es más que un pestañeo conformado por sentimientos que intentan ser representados en el arte más rudimentario, que se pueden demostrar sólo con una guitarra y voz, y Natalia hizo lo propio para su Auditorio lleno de flores; le cantó a la intimidad de su propia recámara para invitarnos a entrar, de hecho sobre el escenario había únicamente una silla, una mesa de madera y una pequeña lámpara, dónde cantó a continuación «Caminar bonito», «Mi manera de querer» y «Canta la arena», las tres canciones de su disco lanzado en 2022.
Natalia tomó una taza que estaba sobre la mesa para beber un poco de ella, y decir «Ya tenemos las alas bien abiertas, ¿cómo está el corazón?»
La primera parte del show culminó con el tema «Muerte» en una explicación del capullo que su vestido formó con el suelo. Se desprendió de él como quien se levanta de los miedos e incertidumbres, al ritmo de la canción bailó, se entregó a su público y se liberó de la vida y de la muerte, de los prejuicios para vivir el presente. Con un gran simbolismo se quitó su larga falda, y volvió con otro vestido a continuar la segunda parte del espectáculo.
Sólo con guitarras electroacústicas la banda que acompañó a Natalia enamoraron a su Auditorio con el clásico tema «Cien años» popularizado hace décadas por Pedro Infante, «La Llorona» y «Tú me acostumbraste».
La primer invitada de la velada fue la cantante española Silvia Pérez Cruz, con quién Natalia cantó «Soledad y el mar» y «Mi última canción triste», al despedirse, agradeció por el recibimiento tan caluroso que tuvo por el público de su amiga, y dejó en claro que el amor es recíproco.
Natalia siguió su noche con «Lo que construímos», «Hasta la raíz» y la versión en cumbia del hit «Nunca es suficiente», y entre gritos y aplausos, comentó que esperaba volver a realizar pronto un concierto de esta magnífica calidad.