Fotografìa y Txt: José Mariya Pérez
Tras una semana agotadora de conciertos y festivales, un fin de semana tranquilo era lo menos que podía pedir… por ello me cae de sorpresa esta cata de vinos y exhibición en la cual… muchas cosas sucedieron, pero, sobre todo, hubo aroma, col y sabor.
Mi amigo Sal Goodman me acompaña conduciendo el auto vamos de Dandys listos para cualquier cosa -Esto es muy Pánico y Locura en Las Vegas, debería ser Pánico y Locura en Ajusco– dice el, pone son cubano y a los Fabulosos Cadillicas para ambientar la ocasión. Llegamos, estacionando el auto y registrándonos os deja pasar no sin antes darnos este detalle que usaremos mucho en el evento y en la vida diaria, una copa y una bolsa.
Con una curaduría de música en vivo muy adecuada, Sal y yo empezamos a examinar el lugar, Hermitage Ajusco, ese espacio verde que contrasta con el cielo casi nublado de la región alta del sur de la ciudad, perfecta para un día de campo o una cena con amigos al aire libre, esta vez… una cata de vinos, peor no fuimos primero a ello, ya que la primer cata ya estaba llena así que nos movimos hacia los expositores, lo que llamo primero nuestra atención fue un stand con artesanías de madera, inmediatamente Sal y yo comenzamos a inspeccionarlo, resulta ser la obra de un micro empresario de Xochimilco, la marca, Zeiba Maderas, un compendio de artes en madera que van desde las tablas de quesos hasta cajas de cervezas, o juegos para vino y copa y tablas para asados, un agasajo al ojo para aquellos que gustan de las finas piezas trabajadas a mano.
Las maderas fue solo el principio y al no entrar en la taller de cata todavía que se organizaba una carpa, Sal y yo decidimos explorar un poco más, ahí encontramos a Deli Crem, una productora de mermeladas y salsas artesanales, peor también distribuidora de lácteos, en especial quesos desde provolone ahumado hasta manchego y de cabra, aquí el asunto cambio y empezamos a degustar desde el panela con mermelada de durazno que su creadora muy amablemente nos extendió y nos invitó a maridarlo con un vino blanco español afrutado, aquí, la copa que nos obsequiaron relució como la espada de un caballero, la herramienta de todo catador, del Averno, quizá. El efecto wow llego al mezclar ambos elementos y luego oler y beber un sorbo del ácido, pero a su vez suave brebaje blanco, eso se repitió con un tempranillo de Querétaro y un provolone con salsa macha que en mi opinión fue la mejor combinación.
Poco a poco Sal y yo nos fuimos adentrando en los stands a degustar mas y mas vino, entre ellos el stand de Casa Madero, por ley una institución con siglos de existencia en América, probamos un vino blanco de casa Volcán que Madero esta distribuyendo con una mezcla al 20% de Chardonnay, moviendo la copa y observando y olfateando la “mantequilla” que deja a su paso el liquido dorado puedo pensar “Oh… ya no te odio Chardonnay”, de igual manera degustamos un doble oro de Volcan que es una maravilla, sin filtrar y con esa fuerza al estilo romano que nos deja “masticar” la uva, sentir el ácido sabor de la piel y el azúcar fermentada, simplemente por ello es doble oro, lo mas grandioso que he probado en mi vida quizá (y miren que he bebido vino de a montón).
Sal y yo pasamos al stand de los portugueses, aquí no solo hay vino sino también variedad productos de los hermanos lusitanos, desde conservas de pescado hasta mermeladas de calabazas (en mi opinión) una gran apuesta y deliciosa propuesta especiada y con notas cítricas, crema de chocolate, ideal para los días fríos, vinagres variados y sal infusionada con Oporto y la innovadora sal liquida… Pero lo fuerte fue el vino verde, verde por su denominación de origen, de aquella área cercana a Galiza ,las diferentes gamas de verdes muy deliciosas y muy a su estilo portugués dejaron notas muy agradables en nuestro paladar, pero la gama de Oportos, sin duda una gama conocida por su servilleta y una de sus favoritas, de carácter dulce y delicado, pero con su fuerza interior característica de los lusitanos.
Por fin logramos acomodarnos en un taller de cata, aprender es necesario y nunca hay que dejar el aprendizaje al último momento, aquí conocimos a Roland y a Viktor, dos ávidos catadores de vino y personas de paladar refinado, con quienes compartimos mesa al ver a Julio, un argentino que al casi bailar tango nos explicaba la manera correcta observar, menear la copa, absorber su aroma y probar el vino, ya sea un Malbec, carta de presentación argentina, que esta vez tuvimos el honor de degustar o un Bonarda, descubrimos que su origen es más francés (como el de mi abuelo) que argentino, pero por la transportación de los frailes estas se quedaron en argentina como las mas usuales.
Grandes sabores y colores que pudimos degustar esta tarde de domingo con una oferta gastronómica variada, desde salchichas estilo alemán, choripanes y chistorras de un asado argentino, propiedad de Julio… y mi favorita y mas brillante carta, las croquetas de jamón y las papas bravas que Sal puso sobe la mesa provenientes del stand de comida española, pero, eso no fue todo, nuestros nuevos amigos Roland y Viktor nos invitaron una copa y algunos bocadillos para degustar junto con ellos, porque de eso se trata este tipo de eventos conocer gente nueva con la misma afición, compartir la sabiduría que ellos llevan y compartir la propia, aceptar consejos y encontrar similitudes, grandes amistades que se forjan con solo descorchar una botella de vino.
La única mala experiencia aquí fue el tiempo que nos traiciono y se oscureció pronto, acabando así con este magnífico evento lleno de sensaciones. Pero déjanos grandes lesiones.
Sal y yo decidimos irnos el camino fue rápido ahora y con un psychobilly violento fuimos cuesta abajo del volcán o montaña que nos había traído tantas nuevas sensaciones extraordinarias.
Gracias Grupo Fusión, Je suis Le Mexicain, hemos vuelto.