La trama sigue los pasos de Gabe (Ashton Sanders), un joven que perdió a sus padres a raíz de la invasión alienígena y recientemente a su hermano Rafe (Jonathan Majors) en un intento de rebelarse contra los autoritarios gobernantes. Es así como Gabe intenta involucrarse con el grupo de rebeldes para acabar con la política actual, depositando una mirada por parte del director que cuestiona el punto intermedio entre activismo y terrorismo. Es por ello que la historia cuenta también con el punto de vista de Bill (John Goodman), un agente a cargo del monitoreo y rastreo de la población —especialmente de Gabe por sus posibles contactos con la rebelión.
Con extraterrestres que se muestran poco, pero en un clima de tensión constante llega “La Rebelión”, lo nuevo de Rupert Wyatt, director de “El origen del Planeta de los Simios”.
Esta película ambientada en un barrio de Chicago, casi una década después de una ocupación extraterrestre, cuenta con el protagónico de dos actores de lujo: John Goodman y Vera Farmiga.
El film muestra los dos lados que se imponen frente a los Aliens, los colaboracionistas y los disidentes. Y la actualidad de un grupo de rebeldes, que no creen en la venturanza de que esta reducción de crímenes y que esta mejora de la economía provocada por los extraterrestres sea gratis, que se opone a todo lo que está llegando del espacio. En esta cinta coescrita por el propio Wyatt y su esposa Erica Beeney, un fénix será el símbolo que unirá a la valiente resistencia.
En relación a los aspectos técnicos, el sonido aporta más agilidad a la sucesión de escenas cortas, con muy pocos planos largos. Por su parte, la fotografía sigue las líneas generales de los filmes de ciencia ficción.
Hasta ahí es lo bonito o bueno de la película, pero no todo es miel y caras felices en esto de la realización cinematográfica…
Las escasas y poco atractivas secuencias de acción, los forzados diálogos que exponen ideologías políticas y humanistas, la fría y nula emocionalidad de los personajes, son elementos que por acumulación hacen que la empatía o el interés por lo que ocurre sea algo imposible de conseguir. La ausencia de ritmo o el tono nada interesante de las ideas que plantea, le exigen al público una prolongada paciencia
Así la cinta deja una sensación de un extraño malestar, no por la historia que, sin ser innovadora, tiene los elementos necesarios para generar drama y tensión del nivel de las actuaciones y de la música, la cual cuando entra logra levantar el ánimo, aunque tampoco ayuda para dar el tono de intriga que el montaje no entrega; sino más bien porque las expectativas no se satisfacen del todo, lo cual a veces es peor que no satisfacerlas en lo absoluto.