Todos pasamos momento que se quedan en nuestra memoria para siempre, de esos que recuerdas y se te enchina la piel o la nostalgia te acomete, ¿Quién no recuerda al primer amor? ¿Su primer concierto? ¿Su primera borrachera? Púes les voy a contar algunos de mis momentos en la vida, pero en casi todos ellos ha habido una coincidencia y esa es: las canciones de Maná.
Para empezar, el primer disco que me regaló mi madre fue el “Falta Amor” ya me sentía niño grande pues tenía mi primer Cd, yo lo podía poner en mi cuarto y escucharlo como esos adolescentes de las películas. Aún no entendía la mayoría de las letras, pero las cantaba con tanto entusiasmo que parecía salido de un musical.
Aún recuerdo ese sentimiento del primer amor, tan lindo, mariposas en el estómago, pensar todo el día en ella, y pues todos los síntomas anteriores me hicieron llevar mi primera serenata, estaba en la Honorable Prepa 6, ahí viví de los mejores momentos de mi vida además de conocer a unos de los mejores amigos que tengo hasta el día de hoy, ellos me apoyaron en la travesía. Estuve planeando como demostrarle a mi novia en ese momento lo que sentía por ella, siempre he sido un romántico, uno de mis amigos, para mi suerte, tocaba la guitarra, no muy bien, pero se sabía algunas canciones. Todo estaba preparado, la logística estaba lista, mis amigos bañados y presentables, solo faltaba la elección de canción, por supuesto que en esta historia también entra mana, la rola seleccionada fue “Rayando el sol”. Llegamos de manera silenciosa afuera del salón de la susodicha, ella se encontraba en clase, yo traía una gerbera en la mano para entregarla a mi amada, todo iba saliendo de acuerdo al plan, a la cuenta de tres iniciamos la canción todos cantamos al unísono, solo había algo en lo que no pensé, que la profesora en turno podría molestarse por el ruido que hacíamos afuera de su aula, entonces se abrió la puerta, yo estaba esperando a mi chica, pero salió una maestra con ceño fruncido y muy cordialmente nos invitó a retirarnos de ahí, no sin antes felicitarnos, no por las grandes voces, sino por la acción de aun llevar serenata.
La euforia de un concierto es casi incomparable y la primera vez que viví esa experiencia, si, adivinaron, fue con Maná, se presentó al lado de jaguares en el estadio azteca en nombrado Concierto por la paz. Uno de mis mejores amigos paso por mí en un bocho color rojo, era de las primeras veces que le prestaban el carro, nos sentíamos en un sueño, si hubiera existido rápido y furioso en ese tiempo, él hubiera sido Toreto y yo Brian, aunque con algunas diferencias, por ejemplo, que no solo íbamos él y yo, sino algunas personas más, y que el carro no pasaba de 80km por hora, bueno además de que él no estaba pelón ni tenía el cuerpo de Vin Diesel y yo no soy rubio. El trafico estaba un poco pesado y nos urgía llegar, podríamos haber tocado el claxon como locos desquiciados, pero había un problema, el carro no tenía claxon, así que la creatividad de mi amigo afloró, bajo la ventanilla, sacó la cabeza y soltó una serie de improperios que la verdad no funcionaron, pero la lucha se le hizo. Por fin llegamos al Coloso de Santa Úrsula con la emoción a tope, cuando bajamos todos los que íbamos en el bochito parecía una escena de payasos de circo, las filas eran inmensas para ingresar, pero ver a mana valía la pena, además estábamos en la tercera fila, claro si cuentas la parte alta del estadio, pero en tercera fila al fin, nos la pasamos coreando las canciones, sobre todo rayando el sol, ya teníamos experiencia, nos divertimos haciendo la ola, uno de mis amigos que iba con su chica no se la pasó tan bien, pues todo el concierto un vato intento ligarse a su novia, pero los demás lo disfrutamos mucho y aún conservo la playera oficial del evento y la imagen en mi cabeza de una chica enseñando un tatuaje de Fher que tenía en un bubi.
No todo puede ser felicidad en esta vida, los desamores son parte de la historia de toda persona y maná de seguro ha estado en esos días donde el masoquismo se apodera de nosotros donde disfrutamos nuestro dolor mediante las notas de una canción, yo no soy la excepción, después de una relación muy linda, con la chica de la serenata, pues todo terminó, mi corazón estaba roto y coreaba a todo pulmón, “como quisiera poder vivir sin aire” la melodía resonaba en todas mis entrañas, aferrándome al sufrimiento pero cuando ese dolor se convirtió en despecho y coraje no podía faltar la rola de rolas “te lloré un rio”, así que ahora llórame un mar. Este acontecimiento llevo a la cúspide del despecho donde los amigos y el alcohol son la mejor compañía, así fue mi primera borrachera despechado, la noche fue amenizada por “huele a tristeza” “como diablos” “Como dueles en los labios” si en ese tiempo hubiera existido Spotify mi playlist “despechado” hubiera sido la sensación.
Siguiendo con los conciertos, uno de los que más recuerdo es la primera vez que asistí a uno en el zócalo del entonces Distrito Federal, se presentaba maná y pues tenía que estar ahí, con mis amigos de siempre emprendimos la aventura, llegamos temprano para agarrar un buen lugar, aunque ya había bastante gente nos quedamos muy cerca del escenario exactamente a la mitad, entonces pensamos que la vista sería bastante buena, aun había espacio para sentarnos en el suelo, habíamos llevado agua y botana pero no sabíamos que a la entrada a la plancha nos iban a revisar y nos las iban a quitar. Conforme fue pasando el tiempo la plancha de la constitución se fue llenando y el aire se fue acabando, cuando dio inicio el concierto ya era parte de una masa homogénea que se movía al compás de las canciones, mis movimientos no eran controlados por mi sino por la multitud y los acordes de “mariposa traicionera” era la primera vez que me sentía tan unido al pueblo mexicano, porque literal todos estábamos unidos. Coreé todas las canciones pues mi bagaje manaesco ya estaba bastante desarrollado, no pude hablar por 3 días, pero valió la pena cada maldito segundo.
Y si yo les contara lo que me paso con “como te deseo” y “déjame entrar” puff, pero eso lo dejare guardado en el baúl de los recuerdos.
Y ahora en 2018 el Festival catrina me dará la oportunidad de recordar esos momentos escuchando a Maná y como plus a varias bandas más un gran plus die Antwoord, Fobia, Café Tacuba, Wezzer, Mago de oz, Morat, Babsonicos, Jumbo entre muchas otras, este festival promete mucho, la cita es el 8 de diciembre en el parque Piramide de la hermosa Cholula, Puebla, los boletos ya están a la venta, apúrenle porque se van a acabar con este cartel.
Y recuerden #KeepCalmImBenny